domingo, 20 de abril de 2014

Lo que no se puede decir de otra forma

Ayer conocí la existencia del concepto alemán llamado Sehnsucht. La Wikipedia explica que

es una palabra alemana típica de la cultura romántica y que no tendría traducción exacta al castellano. Indica anhelo hacia alguna cosa intangible. Podría recordar al concepto de nostalgia, pero mientras la nostalgia es un deseo de reapropiarse el pasado, a menudo ligado a objetos precisos, el término Sehnsucht indica la búsqueda de alguna cosa indefinida en el futuro.

Me recordó a la canción de Joaquín Sabina que afirma que "no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió".

La Wikipedia explica también que se deriva de las palabras Sehnen, "deseo ardiente", y Sucht, "adicción" o "búsqueda". Es decir, el Sehnsucht es la búsqueda del deseo, o el deseo del deseo.

Y propone ver también los artículos dedicados a la saudade portuguesa y la morriña gallega, otras palabras relacionadas con la melancolía pero que no tienen una traducción exacta en el idioma castellano.

En internet hay numerosos listados de palabras que no tienen traducción al castellano o a casi ningún otro idioma. Se pueden ver algunas aquí, aquí, aquí, aquí y aquí.

Quizá la más bonita es Mamihlapinatapai, palabra usada por los yaganes, indígenas de Tierra del Fuego, que alude a "la mirada cargada de significado que comparten dos personas que desean iniciar algo, pero que son reacias a dar el primer paso para comenzar". Fue incluida en el Libro Guinness de los Récords como "la palabra más concisa del mundo".

El nombre de la tribu yagán, por cierto, se corresponde con lo que ellos respondían cuando los conquistadores les hablaban. Ellos respondían yagán, que en su lengua significa "no entiendo lo que usted me dice". Se parece al origen de la palabra bárbaro, que es como los griegos llamaban a los extranjeros, porque percibían que hablaban emitiendo sonidos que a ellos les sonaban como "bar-bar-bar". (Este dato me lo aportó Leopoldo Brizuela en una entrevista hace ya más de diez años.)

Es famoso que los esquimales tienen más de 50 palabras para referirse a la nieve. Menos conocido es el dato del que me enteré hace poco: que los gallegos -qué bien que me caen los gallegos- tienen más de 70 palabras para denominar a la lluvia. Lo cuenta Martina Bastos en un excelente (y premiado) artículo, publicado en la revista Etiqueta Negra.

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